miércoles, 27 de febrero de 2013

Clint

Llamemos por ejemplo, hoy a nuestro personaje, Clint; aunque su nombre no sea realmente Clint y no le haya nunca interesado la filmografía de Clint Eastwood, ni como actor, ni mucho menos como director o guionista. Pongamos por ejemplo, que hoy a Clint le da por escribir algo y se abre para ello un blog. No le gusta a Clint decorar su blog - o desconoce cómo-. No le gusta por ejemplo, "formatear" el documento y elegir un tipo de letra que algo de calma le otorgue mientras escribe. Supongamos que el blog de Clint, ha sido nombrado por Clint, precisamente así "Blog de Clint" o blogdeclint.blogspot.com, aunque, repito, Clint no se llame realmente Clint ni -lo de Eastwood descrito arriba-. Y Clint escribe. Y supongamos por ejemplo, que ella puede ser Naomi, aunque al igual que Clint, su nombre no sea realmente Naomi y no conozca siquiera de la existencia de Naomi Watts o Campbell. A Naomi no le interesa el mundo de la belleza, ni de la moda, ni de los reflectores. A Naomi, le interesa leer lo que Clint, a partir de hoy, escribe. Tú, que conoces bien a Naomi, sabes que es mexicana y temerosa. Que muchos hombres han depositado sudor sobre sus ingles. Que ella misma ha depositado mucho sudor sobre las ingles de muchos hombres. Y que ella ahora está sola al tiempo que lee el blog de Clint. Por alguna razón que desconoces, te imaginas a Clint y lo imaginas un poco a la manera de Eastwood pero no tan viejo ni tan arrugado, quizá simplemente casi igual de flaco pero menos alto porque sabes que Clint, en este caso, no nació en San Francisco sino en la capital mexicana. Y no obstante todas las sustanciales diferencias que ello puede conllevar, imaginas que Clint tiene una mirada penetrante. Y Clint escribe. Y Naomi lee. Y tú lo atestiguas. Y Naomi se estremece. Y tú lo sabes. Clint no escribe para Naomi, ni para su madre, ni para un cadáver. Pero tú sabes que para Naomi, esas letras son para ella. Nada podrá apartarlas de sí o de cuanto a partir de leerlas, acontezca. Y leyó Naomi -no en voz alta, porque la voz de Naomi, es silenciosa y perezosa-: "La persona que se halla sentada delante de mí, únicamente sonríe cada que la miro por encima de la pantalla en la que estas letras van apareciendo. La persona que se halla sentada delante de mí, es una prestadora de servicios a quien se le paga, tal como reza su anuncio: por el necesitado consuelo, servicio por hora o por sesión (paquete). La persona que se halla sentada delante de mí, se halla sentada delante de mí y casi frente a mí, porque yo he solicitado sus servicios. Concertamos la cita hace dos horas. Llegó a este cuarto hace cuarenta minutos. He supuesto que le pagaría únicamente una hora, más hasta este momento, me he resistido al consuelo. La persona que se halla sentada delante de mí, no comprende lo que me ocurre, pero es generosa, me ha abrazado apenas llegando, ha besado mi rostro, ha acariciado largamente mis manos y ha dicho que de perfil, me parezco a Marlon Brando. No me gusta Marlon Brando. Mucho menos cómo acabó. La persona que se halla sentada delante y casi frente a mí, me mira con una compasión fingida y ensayada, más como en el teatro, yo le creo y he creado esa convención para que una vez terminando de escribir esto, ambos nos metamos debajo de las sábanas." A Naomi se le han corrido dos lágrimas, quizá tres y de ésas que de tanto fluir, podrían ser un llanto completo aunque sean únicamente lágrimas aisladas y desorientadas, que no tienen mayor consciencia de a qué o quién se deben ni qué o quién podría apreciarles o detestarles. Naomi pasa su dedo blanco por su mejilla blanca. Y Naomi le dedica a Clint, en la infinita distancia, una canción "Tonight Will Be Fine" en voz de Teddy Thompson. Y mientras tanto, los años de Naomi y su humedad le toman por sorpresa y no acaba de secar la tercera cuando bien sabe que una cicatriz invisible se hizo con su cuello hace tiempo o que un jeroglífico sólo para ella y él descifrables, se escribió por donde la lágrima continúa, hacia la clavícula y amenaza al pequeño seno derecho. Y Naomi sabe que ella es eso. Y le gustaría que en este momento alguien -alguno de ellos, él mismo, tú o Clint-, le llamara por su nombre y la besara suave y largamente después. Pero Naomi sabe que en este meridiano y a esta hora y a favor de esta nueva inclinación del eje terrestre, sólo acudirá la nostalgia en forma de atmósfera, nunca de acontecimiento. Y Clint ahora le dice su nombre al vendedor o prestamista de sosiego. Y el comerciante ve suavemente deslizar su dedo por el cuello de Clint, al tiempo que muy lento, casi como si de su último aliento se tratara, le dice su nombre. 

Unhope

Para la estancia en esta ciudad, la desesperanza diluirá al miedo.
Tener esperanza, es tener miedo. Al fracaso, a lo venidero, al inasible porvenir.
Y este hombre sin esperanza y con miedo.
Este hombre que no habla desde la garganta porque ya no existe el hueco que normalmente conectaría ya con los pulmones, ya con el esófago.
Este hombre, que no habla ya desde los intestinos porque,
tanto de lo percutor de esas largas estancias al centro del mosaico verde y helado;
los han deformado a tal punto, que no hay ya casi materia alguna, capaz de transitar a su interior.
Se acumula materia.
Pudre materia.
Materia podrida pudre organismo.
Organismo apesta.
Peste en lo poros, por ejemplo.
Acércate a olerle, a él, y corrobora por ti mismo el hedor de la desesperación.
Que de tan séptica y horrorosa, no se atreverán ni las ratas.