sábado, 2 de marzo de 2013

No un Bonsai

Y miras a través de los cristales del corredor, como un gato sin nombre
Y tu nombre, que han casi todos los presentes llevado al olvido
O como solía nombrarte mamá o papá, en esos años
Y el escondrijo o calabozo desde el que todavía, procuras de cuando en cuando cantar un poco
Y bailar.
Un hombre se ha hecho amigo de un árbol diminuto y le ha contado por poco, casi la mayoría.
Un árbol diminuto es acariciado
Y le cuenta a su amigo, que siente ganas de estornudar.
Ambos estornudan al unísono.
Así comienza un relato
-Hecho danza por la memoria-,
De dos amigos que al unísono, simplemente estornudan.
Porque no hay en esta puesta en escena ni héroes ni acontecimientos que en algo o en nada, enaltezcan la condición humana.
Sabe que su árbol diminuto, no vivirá para siempre.
Y que no le gustaría aburrirlo con esos largos soliloquios acerca de un corredor para personas mayores, flanqueado por cristales.
O de como desde entonces, ha pensado que sería mejor hoy por ejemplo, la muerte.
No es un bonsai
Es un árbol pequeño
Al que le gusta la misma música
Y que en cierto modo, disfruta la compañía.