"I used to listen from my father, his own idea about every´s man´s path. Again, we´re moving on through our own path: the battle front. Do not shoot until the order arrives. Does the order have it´s own path? Wich should be a correct meaning to path? We´ll arrive there, to the line, to our own path of survivance. And we´ll shoot, no matter the order´s path, no matter who or what be at the other side of the line, we will shoot. That´s our path" A man with a gun runing down the hills
Esto no voy a escribirlo yo, he cedido el espacio al sobreviviente, a ése quien bajo la sombra de los rumores en formas de nubes negras, no regresa nunca a casa sino a la espera de una impaciente batalla próxima:
"Solía escuchar de mi papá, su idea acerca de la senda de cada hombre. De nuevo, avanzamos sobre la nuestra: el frente de batalla. No disparen hasta que la orden llegue. ¿Tiene la orden su propio sendero? ¿Cuál sería un significado correcto de senda, o sendero? Llegaremos ahí, a la línea, a nuestro propio sendero de sobrevivencia. Y dispararemos, sin importar la senda de la orden, sin importar quién o qué esté al otro lado de la lína, nosotros dispararemos. Ésa, es nuestra senda." Hombre armado corriendo bajo las colinas.
No importa la cantidad de noches que pasen, ni que veas delante de tus ojos, ni cómo las estaciones transcurren pintando los campos; no importa que sea de día o de noche, porque te hallas en un estado permanentemente onírico, de pesadilla y alerta, de insomnio y miedo y sabes que no sueñas cuando ves pasar delante de tus ojos una población entera corriendo cubierta de llamas o te encuentras entre los escombros de lo que fue un poblado dichoso, hoy cubierto su adoquín con cientos de fragmentos de cuerpos destazados. Y llegas con el casquillo de tus botas, a removerlos para continuar la marcha y reconoces entre ellos, miembros de cuerpos infantiles destazados por lo despiadado de la artillería aérea -la que no discrimina, ese dragón o ángel justiciero de un dios sordo y mudo-. Y estás tú también, sordo y mudo. "Cuando los soldados volvían de los campos, de las trincheras, lo hacían mudos" (Primo Levi) ¿Qué te ha silenciado tanto, qué te ha hundido en esa arena movediza de silencio, llanto y metralla? ¿Quién eres? ¿Por qué continúas tu marcha? Tus piernas -a las que no sientes, a las que no reconoces como tuyas, a las que crees haber perdido al pisar una mina-, andan sin ti, porque tú, vives otro tiempo, en el que las hojas de los árboles caen lentamente y en el que escuchas incluso, el crujir de una rama pisada por una hormiga. Aquí, día a día, el fin del mundo, el fin de la civilización. Tus hermanos, tus hijos, tus padres: este batallón extraviado en su marcha infinita, sin calendario, sin coordenadas, sin voces: ellos, las voces silenciadas dentro de ti, los llantos ahogados dentro de ti. No te queda más, que andar. Tu senda, tu sendero, eso de lo que hablaba tu padre en la sala, pegado a ti, con algún libro dedicado especialmente a ti, abrazándote a los ocho o nueve años de edad. Tu senda: tu dedo en el gatillo. No importa la orden ni de donde provenga, no importan los grados al este o al oeste, no importa quién es o sea el enemigo. Tú dispararás irremediablemente, y tu rostro se salpicará de la sangre de un ser humano.
Imagina la planicie sobre la que una vez, una ciudad existió, a un costado, la ladera de una colina se eleva unos metros apenas. Imagina en lo más alto, al sobreviviente sentado, contemplando el desastre. Sostiene su Armalite 15 entre las manos temblantes. No consigue reconocer siquiera, la humedad en sus mejillas, ésta fluye como desde lo alto del Tibet, el deshielo llega hasta el Éufrates. No consigue reconocer siquiera su nombre -voltea a cerciorarse de continuo, al nombre impreso en su pecho-. "Éste, soy yo, éste, soy yo, éste, soy yo, éste, soy yo" -se repite sin remedio sin percatarse si amanece apenas o es ya el anochecer el que le cubre, porque una inmensa masa de humo y radiación cubre el valle y por lo tanto, a los rayos del sol-. Algunos pájaros caen como granizo a su alrededor, unos carbonizados, otros aún con vida pero sin posibilidad de volar: sus plumas han sido consumidas por los mil grados centígrados del estallido.
Toma a uno entre sus manos, y lo acerca a su oído, entones, el diminuto silbido del sobreviviente.
Simplemente, le gustaría hablar.
Simplemente, le gustaría hallar una respuesta a la pregunta que ahora, lo acompañará para siempre: si acaso, pudo haber hecho algo mejor.
Más es el silencio hoy, la más corrosiva de las radiaciones.
"¿Why? I´m not a bad man. I´m, just... this human being"
A man with a gun runing down the hills
El hombre que bajando con su AR-15 (M-16), corriendo de la colina, dispara.
Tú, hoy, no serás el que cae.