El espejismo de que el lenguaje, contiene significados o es capaz de construirlos.
El espejismo de que alcanzar la unidad, sea una aspiración del lenguaje.
El espejismo de que la aprehensión del lenguaje, en algo dotará de calma.
Es que la palabra será siempre aproximación, mirada en perspectiva desde un sólo ángulo, apenas capaz, de acaso proponer la posibilidad de la infinitud esférica de puntos de vista.
Los enunciados, el entredicho entre el intento de definir algún aspecto de lo real y lo potencial de abrir al pensamiento caminos metalingüísticos.
¿Qué es entonces de nuestro pensamiento?
Recabado primordialmente dentro de los entresijos del lenguaje, ¿a qué punto su potencia queda anclada en esa finitud lingüística?
Quizá su pretendida organización jerárquica, su discriminación selectiva y su raciocinio capaz de construir en lenguaje el recuento de experiencias, sean fines útiles a la a su vez, pretendida organización de la convivencia de los distintos aspectos de lo cotidiano.
Más las ficciones, ¿qué papel jugarán en todo ello?
Y entonces, ¿a qué dinámicas de pensamiento acudiríamos?
Y por tanto, ¿cómo consideramos al lenguaje entonces?
Permitir que el flujo -eminentemente fractal- del pensamiento -hecho de experiencias y creación constante-, dé cuenta de entornos desbordados de lo real o dicho de otro modo, en los que la realidad llegue a desbordarse de forma imprevisible, tanto como cuando una vasija lo hace y no prevemos hacia dónde el agua correrá.
Construir el lenguaje no en pos de definir realidades sino de expandir su indefinición.
El asidero de lo real, en lo cotidiano, va asomando su fracaso desde mucho tiempo ha.
Quizá desde los albores del lenguaje, el miedo o la soberbia por intentar definir tal asidero, le hayan orillado a él.
Ese pretendido continente, esa pretendida esfera de protección que podríamos llamar realidad, quizá no es ya más, capaz de sostener el devenir de una existencia humana.
Quizá el devenir se halle entonces en lo creativo.
En el Arte.
Esto para mí aplica igual en la Literatura que en el Teatro o la Danza y el Cine y la Música.
La utilidad de sus lenguajes, no estría en reafirmar el vacío que en lo cotidiano han dotado; sino en posibilitar sentido en los territorios y sustancias desbordadas de lo real.
En lo particular, son el tipo de ficciones que me interesan, las que me gustaría llegar a crear, en las que algo indefinible llego a encontrar cuando consigo sumergirme en alguna.
Y quizá, uno de los elementos que no caben en la ecuación, sea el tiempo.
El tiempo creativo no es el tiempo de los mercados bursátiles.
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