Como no tenía más que palabras escasas para el intercambio o muecas recurrentes y agotadas para no ausentar la alegría; ideó el acomodo de ciertos párrafos en forma de suavidad, como la torpeza de un roce o la mano que se retrae.
Así debieron pasar más de mil días con todo y sus noches, que venían y volvían a irse entre los arrecifes, allá a donde esa tarde, sus pensamientos tuvieron el valor suficiente para arrojarse contra las olas rugiendo y estrellarse contra las rocas que pacientes, pareciera les hubieran estado aguardado.
No se extendió más sobre la tarde, acaso sólo éstas, algunas letras para la miseria.
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Mil abrazos
¿Si no, dónde recogeríamos nuestros escombros?
José Alberto Gallardo
Teatro de la Brevedad
Director
Ubicación:Hernán Cortes,Acapulco,México
Más de mil días... Mil días...! Ya no me alcanza la tristeza
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