martes, 12 de julio de 2011

Imagen de Buenos Aires

No es lo que imaginas, sino allá a donde inevitablemente, te conducirá tu falta de aliento: allá a donde estarás, quizá tú, que te hallas dentro de las ruinas que ya has visitado y que te habían ya entonces, arrancado el aliento de un sorbo; el valle inmenso al que solo la serenata del viento conmueve y en el que bajas de un bosque como si cada ruina, tuviera su propio camino su propio desierto incluso; allá caminas contra el muro de piedra y agua de lo que un día, debió ser un hogar mutuo y al que ya sólo, el frío acude a cubrirse del sol o de las noches especialmente largas.
Cae delante de ti, o no alcanza a caer porque le lomo de un caballo la ha sostenido, alcanzas a mirar sus cascos, incluso la grupa o la crin al viento que en tu pantalla particular, reduce el cuadro, lo alfombra, le vuelve en tu lengua terciopelo o una llanura empapada.
Sostienes después su cuerpo, cuando el relincho lo ha dejado en tus brazos y cuando escucha como es que los cascos de los caballos se alejan.
Te preguntarás entonces, porqué es que con esta tinta seca escribes.
Los rastros, son...


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Mil abrazos
¿Si no, dónde recogeríamos nuestros escombros?

José Alberto Gallardo
Teatro de la Brevedad
Director

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