viernes, 28 de octubre de 2011

20,000 grados centígrados




Mi hermanita Pau y yo, 1980 quizá. Sonreíamos. Yo tenía pena, ella unos cachetes de incomparable ternura.

Si un incendio forestal se haya ahora mismo exterminando casi del todo las arboladuras neuronales, ha de ser a causa de la recurrencia -como cuando la cuerda de un engrane termina barriéndose tras muchos días de trabajo, fricción y el consecuente e intenso calor-, la recurrencia de no conseguir avistar más, que el horizonte de la fragilidad, de la precariedad siempre ante el segundo previo al resquebrajamiento, por que cuando el miedo..., mucho se echa de menos la ternura.

Hoy miro sentado al incendio al que poco a poco, el viento helado del otoño aviva, invitándole a avanzar sin tregua, devorando o acariciando acaso: esa sensación de la cara enrojecida, como cuando de niño, solía mi papá, ponerme delante una cámara o un micrófono para perpetuar mi risa.

Hoy, ignoro si repasará durante algunas tardes esas fotos o si escuchará por las noches esas cintas.
Yo, no lo soportaría
Pues el rumor de las ramificaciones hechas cenizas, taladran casi por completo, la noche estrellada de hoy.

Como quisiera, que estuvieras aquí.


--
Mil abrazos
¿Si no, dónde recogeríamos nuestros escombros?

José Alberto Gallardo
Teatro de la Brevedad
Director

No hay comentarios:

Publicar un comentario