miércoles, 20 de julio de 2011

30,000 ft.

No es lo que has hecho, lo que tu imaginación y algunos recuerdos, te han hecho creer que has logrado; no es ese agujero inmenso -detrás del esófago-, a 30 mil pies de altura, despresurizado y sin posibilidad de una máscara que le suministre oxígeno; no es tampoco el miedo acumulado, por esa especie de extreñimiento provisto de alegría, -esas carcajadas o esa esperanza por la felicidad venidera-; no es alguien en el asiento contiguo, leyendo acerca de la Fe, esbozando esa sonrisa de Mona Lisa, con la que tú mismo, te imaginas antes de correr a una de las señales "exit", para girar el mecanismo y arrojarte. La Buena Prensa, es la editorial de la entusiasta que ahora hace anotaciones sobre el texto, destaca algo y suspira, al parecer, en efecto, la Fe la ha acogido. No es que por ese instante, te vuelva la consciencia de que por lo pronto; nadie acogerá tu miedo, no la hermosa oficial de vuelo de la clase turista a la que has admirado a través de la cortina que segrega la cabina, durante el vuelo; tampoco los fornidos oficiales de la clase turista, supones que tampoco el capitán o el navegante. No, no se trata tampoco del miedo; no es Paul Gimalli en los monitores; no es que estando en el asiento del pasillo, te sea imposible cumplir lo que añorabas antes de documentar: haber sido el afortunado al lado de la ventanilla para apreciar el despegue, el crucero y el aterrizaje, porque como a papá, te fascinan los aviones. Tampoco es que de un momento a otro, te halles ya frente a esa zona de guerra que fue tu hogar, y que tras la última guerra mundial, debió ser ya, reducido a cenizas. Son los segundos quienes de tu aliento, sustraen partículas inacabadas, es tu vida a cada segundo, filtrándose por los contornos de la cabina presurizada; porque sabes, que absolutamente nada, hay por delante; sabes, que eres una millonésima de esa plaga destructiva que tu especie es; que sin ti, la historia terminará escribiéndose igual, y que de cualquier modo, tendrá ese ansiado fade out final.



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Mil abrazos
¿Si no, dónde recogeríamos nuestros escombros?

José Alberto Gallardo
Teatro de la Brevedad
Director

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