martes, 5 de julio de 2011

Algo sobre la brevedad

Josef Koudelka, 1968

Ha la nostalgia sobrevenido, nos ha tomado por asalto, se ha hecho con nosotros la añoranza; ¿qué es?, ¿qué es, que se ido con nuestro aliento?; ¿qué es, que ha paralizado por milésimas, el ritmo cardíaco o contraído ciertas arterias fundamentales -las de la sonrisa o la mirada al menos-?; y otorgado un amplio paraje a la tristeza de nuestro pensamiento.
Quiero oponerme al gran relato, a la biografía, a lo que no será escrito en enciclopedia o semblanza alguna; quiero oponerme a la posteridad, arrancar de esa aspiración, mi verdad de los instantes: es que no he conseguido mirar a través algún otro pulido cristal prestado, rentado o de reojo avistado; es que no me han sido posibles más que estos ojos y acaso sus filtros. Porque del gran relato, del que se da cuenta a través de determinadas "cotas" -algún título, algún premio para las vitrinas, algún contrato para el archivero, algún historial para los mercaderes- y confesables sucesos, se ha ausentado de él la brevedad y en él se ha procurado la permanencia de un señuelo para lo impermanente, para cuanto se ausenta porque se ha vivido ya.
Y son quizá la nostalgia, y su recurrencia: la añoranza; la tenaz insistencia por hacer perdurable la brevedad. Brevedad, en tanto segmento ínfimo de tiempo, en tanto vivencia efímera e inevitablemente huidiza, incluso a la memoria.
Y he aquí entonces, el apunte para la desorientación: ¿Aquello que hemos vivido, que hemos "visto", que hemos "sentido"; ha sido exactamente como al segundo siguiente la memoria lo ha ya reconstruído?
¿Y si no, cómo entonces poseer la certeza de que así ha sido? ¿O es que hemos de conformarnos con la duda que alimentará indefinidamente la contemplación de lo que con convicción, nos recreamos a detalle a fin de asegurar su existencia, su experiencia?
¿Qué queda de la experiencia orgánica entonces, qué de la vivencia de los sentidos; si en general recurriremos al lenguaje -palabras, collage de imágenes, selección de rasgos y apariencia- y a través de él procuraremos re mirar a través del mismo catalejo?
¿Y qué si el catalejo se hallaba empañado, si un descuido acaso involuntario nos ha hecho olvidar pasar el paño con recurrencia, sobre el lente de la mirada -gaze-?
Es quizá que hemos incluso, extraviado el paño y optado por filtros multicolores, gran angulares y ojos de pescado.
¿Quién contará entonces nuestra historia si es incluso nuestra memoria, sólo interpretación?
Quizá sea esto último, lo que permitamos al "gran relato"
Que del resto, la brevedad se habrá hecho cargo.
Y la nostalgia estará para recordárnoslo.

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